Mucho tiempo antes de la aparición del gótico, los ciclos de frescos, los adornos y las estatuas tenían una función didáctica. Los cuentos relativos a la revelación, la descripción de los vicios y de las virtudes, la representación de los ritmos de las estaciones y de las actividades humanas que hacían referencia a ellos, la vida ejemplar de los santos...todo ello era, para los ignorantes y los "simples" como un gran libro ilustrado. En varias iglesias prerrománicas, como en el Duomo de Torcello (Venecia), aparece representado en la pared occidental, sobre la que se abre directamente el pórtico de entrada, el descenso de Cristo al Infierno antes de su resurrección. El ciclo del cuento sagrado comienza en el punto más bajo y psíquicamente más alejado del ábside, en la puerta opuesta del espacio de iluminación de la gloria celestial. Jesús llega a abrir las puertas del Infierno y hace que salgan de él todos los justos de la época precristiana, tendiéndoles la mano.
En la pared de entrada se representa a veces el Juicio Final, se separa a los bienaventurados de los condenados. La escena constituye una fuerte advertencia y pretende suscitar el pavor de los espectadores. El Infierno aparece situado al inicio del recorrido del ascesis y de la elevación representadas por la Iglesia.
Se trata de una especie de Biblia ilustrada, instrumento educativo de las virtudes fundamentales de la fe, cuyo uso se difundirá por las catedrales.
(El secreto de las catedrales)
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