El pórtico de la catedral de Amiens, cuya construcción se inició hacia 1220, es uno de los ejemplos más hermosos de una especie de gramática de la liturgia en la catedral, auténtico vocabulario apropiado y en armonía con los ritmos del tiempo. En la catedral de Amiens, las secuencias de la fachada tienen una función didáctica. Hani la ha relacionado con el tiempo litúrgico: existe una consonancia del tiempo y el espacio litúrgico de la iglesia, como lo muestra la decoración del pórtico. En él aparecen representados, de abajo a arriba el ciclo del año con los signos del zodiaco; después, a cada lado de los pilares sobre los cuales está implantada la ojiva, en el interior de los medallones cuadrilobulados, los episodios del pasado y del presente de la historia, es decir el Antiguo y del Nuevo Testamento, simétricos en relación al Cristo esculpido en el entrepaño o pilar central; por último, por encima de este, en el luneto, encontramos el futuro, ilustrado por la escena del Juicio Final. En el centro de la escena del Juicio, reina una vez más Cristo, padre del tiempo, alfa y omega, mientras que por debajo el arcángel Miguel pesa las almas. Los signos del Zodiaco correspondientes a la figura de Cristo son Aries y Libra, es decir, los dos extremos de la línea equinoccial, el eje del año litúrgico. La Pascua está situada en la subida del Zodíaco, o dicho de otro modo, en el paso de la zona oscura a la zona iluminada; Miguel, en cambio, puesto que evoca la muerte de los hombres, se encuentra en el punto de descenso del Zodiaco, en la zona de paso de la luz a las tinieblas. A la izquierda de Cristo se encuentran los condenados; la escena se sitúa en el mismo eje que el signo de Cáncer, el solsticio de verano. Según la terminología de los antiguos, el solsticio corresponde a la "puerta de los hombres", abre la mitad descendiente del ciclo y conduce a la sombra, al Infierno.
A la derecha de Cristo se encuentran los elegidos, San Pedro abriendo el cielo. La escena corresponde al solsticio de invierno, la "puerta de los dioses" que inaugura la mitad ascendente del ciclo. Estamos bajo el signo de Capricornio, que es Jano, el dios de las llaves predecesor de San Pedro, que abre simbólicamente la mitad solar y la mitad lunar del ciclo.
Todo el pórtico, centrado en la figura de Cristo y en el Juicio, ilustra la teología de la historia y revela los fines últimos. El ciclo de la historia se pone en paralelo con el ciclo zodiacal y astronómico. La sucesión de las fiestas litúrgicas se ofrece esculpida en la piedra como un diagrama y las recurrencias más antiguas y esenciales se sitúan en los ejes de los equinoccios y de los solsticios, llevándose la victoria sobre las tinieblas, como Jesús la obtuvo sobre el pecado y la muerte. A continuación, el sol físico declina hasta el solsticio de verano. (Los secretos de las catedrales).
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