Este color secundario nace de la mezcla del rojo y del blanco. El rojo representa la energía y el blanco simboliza al espíritu. Es el color de la inocencia y del niño que llevamos todos muy adentro. Está relacionado con la propia ternura y la aceptación incondicional de la condición humana donde los impulsos agresivos se diluyen.
En el mandala anuncia una gran sensibilidad y necesidad de protección. (J.L.Nuag)
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