UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

enero 06, 2010

Detrás de los velos


El 14 de julio de 1789, una multitud furiosa provocó disturbios en las calles de París y tomó por asalto la gran prisión conocida como la Bastilla. Menos de una hora después, el destino de Francia pendía de un hilo y parecía que la historia europea emprendía un camino diferente y peligrosamente impredecible. En los grabados de la época, la Bastilla aparece como una estructura rectangular imponente, flanqueada por 8 torres altas, y no da la impresión de ser fácil de tomar por asalto. Había sido construida a finales del siglo XIV como una fortaleza para proteger el este de París y en el siglo XVII se convirtió en una prisión sórdida y espantosa para encerrar a los disidentes. En la época de la Revolución, todo el mundo la consideraba un instrumento de la tiranía y un símbolo poderoso del despotismo de la corona francesa.
Un día después de la toma de la Bastilla, un contratista local emprendedor, monsieur
Pierre Francoise Palloy, se encargó de movilizar una masa de 800 ciudadanos para desmantelar piedra a piedra la odiada prisión.
Tan bien se ejecutó el trabajo que, al cabo de un mes, la mayor parte de la estructura había quedado reducida a escombros y sólo quedaban intactos una pequeña parte de la muralla que rodeaba la torre y los cimientos. Entonces ocurrió algo curioso....
Se hizo la sugerencia (que durante un tiempo se tomó en serio) de que había que rescatar las piedras de la Bastilla par construir allí una réplica de una antigua pirámide egipcia. Si bien el proyecto se estancó posteriormente por falta de fondos, la idea básica de establecer una conexión simbólica con el antiguo Egipto persistió entre bastidores. Si no se podía conseguir una pirámide, habría que arreglárselas con algo menos, de modo que el 10 de agosto de 1793 un grupo de revolucionarios instaló ceremoniosamente una gran estatua de la diosa Isis del antiguo Egipto en el lugar donde antes se alzaba la Bastilla. La estatua que representaba a la diosa sentada en un trono, flanqueada por dos leones, había sido concebida por Jacques Louis David, el famoso artista y propagandista de la Revolución y llegó a ser parte de la utilería de una macabra fiesta republicana que se organizó a toda prisa para festejar la decapitación de Luis XVI, seis meses antes, y el inminente guillotinamiento de la reina María Antonieta, para el cual faltaban todavía dos meses.
Los escultores Suzanne y Cartelier no dispusieron de tiempo suficiente para fundir la estatua en bronce, el medio preferido, de modo que se limitaron a modelarla en yeso y la pintaron de color bronce.
De los pezones desnudos de la diosa Isis brotaba agua, que caía en una pila situada debajo de la estatua. Se conocía como la Fuente de la regeneración y la idea general era que la multitud pasara en procesión delante de Isis y bebiera de sus fértiles pechos el líquido saludable de la regeneración. (Bauval & Hancock)

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