En el manuscrito Voynich, las deidades astrales sostienen varitas mágicas rematadas con estrellas de siete puntas. En otras páginas aparecen representaciones que puede que hablen de las propiedades del 7 en cada entidad. Las hojas del cáñamo que aparecen en el manuscrito también tienen 7 puntas como representa Gustavo Doré en un grabado.
Santo Tomás Moro (1478-1535), envía una carta a su hija antes de ser ejecutado por orden de Enrique VIII. Escribía sobre el destino y sus claves cristianas: "Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".
San Luis (1274-1270), príncipe que jamás gobernó Francia, conocería a Ramón Llull. El Greco (1541-1614) le pintaría una varita que posee un mundo en lugar de una estrella en su extremo, su escudero le sostiene otra con la flor de lis. Ejemplo de príncipe cristiano, acudirá a las Cruzadas y morirá en Túnez. Será desposado con Blanca de Castilla. Salvador Dalí utilizará su retrato para ilustrar una de las cartas de su tarot. Flaubert escribirá una historia fantástica llamada en su honor "El puente de San Luis Rey". También ha sido coronado por la imaginería del pintor surrealista. Sostiene otra varita coronada en su extremo con el signo del 3, una mano enfundada en un guante blanco señala con sus dedos: Padre, Hijo y Espíritu Santo, armonía y triada. Dios elige y señala, el numen invisible gobierna. Las estrellas son como la luz de una vela que es encendida en la noche del inconsciente, la manifestación de criaturas inanimadas que, según los incas, velan por las especies y su reproducción, como si de una figura doble se tratara, que tuviera a su cargo los animales y pájaros que pueblan la Tierra.
Las estrellas son hadas y las hadas son brujas que aún no conocemos, que operan en el universo y en sus mismas personalidades las más increíbles transformaciones. (Mario Pérez Ruiz).
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