UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

agosto 01, 2008

San Juan Apóstol

El Evangelio le da el título glorioso de Discípulo amado de Jesús. Era el más joven de los apóstoles, tenía 8 años menos que el Salvador. El lugar de su nacimiento fue probablemente la aldea de Betsaida o de Cafarnaúm. Formaba parte de una familia de pescadores, era hijo de Zebedeo y Salomé y hermano menor de Santiago el Mayor (apóstol también). Junto a su hermano y a Pedro, pertenecía al grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes. Este grupo estuvo presente en la Transfiguración de Jesús, en la resurrección de la hija de Jairo y en la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos. Adepto a las palabras de vida de Juan el Bautista, se convirtió en su discípulo. Un día vio el precursor pasar al Señor y movido por el Espíritu Santo exclamó: "He aquí el Cordero de Dios". Juan y otro discípulo, al oírle hablar así, fueron detrás de Jesús. No permaneció con el Divino Maestro más que ese día, pero fue tan grande la primera impresión que, más tarde, cuando Jesús lo llamó al apostolado dejó inmediatamente todo para seguirlo. Desde el momento de conocer a Jesús se sintió arrebatado de entusiasmo por su maestro y no vivió más que para su Gloria. Este celo ardiente es el rasgo principal de su carácter, que lo hace semejante a Pedro. probablemente fue este mismo celo el que lo inspiró a prohibir a los fieles toda relación con los heréticos. (2 Jn.9-10). Juan era al principio ambicioso, celoso y de un carácter muy temperamental. Con su hermano llevaron su ambición hasta comisionar a su madre para obtener de Jesús un lugar de preferencia en su Reino. (Mat.20, 20-24). Más tarde, Juan se distinguió por la dirección contemplativa de su espíritu y la ternura que lo identificó con el amor de su Maestro. Jesús envió a Pedro y a Juan a preparar lo necesario para la Última Cena. No mandó esta vez a Judas Iscariote, su habitual encomendero, tal vez por precaución contra la prematura intervención de éste. Si hasta último momento ignoraba el lugar de la reunión, no podría delatarlo. (Luc.22, 1-13). Durante la Última Cena, cuando el Divino Maestro anunció la traición de Judas, Juan tuvo la inmensa dicha de recostar su cabeza sobre el pecho de Jesús. (Jn.13, 21-27). Fue el único apóstol que presenció frente a la cruz la agonía de su Maestro. Al ver delante de sí a la Santísima Virgen y a su discípulo predilecto, se despidió de ambos, encomendando a este el cuidado de su madre. Juan representa en ese momento a todo el género humano; luego todos los hombres pasan a ser como él, hijos de María, hasta el final de los tiempos. (Jn.19 26-27). El día de la resurrección, Juan fue el primero en llegar al sepulcro. (Jn.20, 1-9). Se trasladó a Efeso en Asia Menor (hoy Turquía), donde las herejías nacientes hacían necesaria la vigilancia de un apóstol. Durante el período de persecusiones romanas, luego de ser sumergido en una caldera de aceite hirviendo por los verdugos del emperador Domiciano, fue deportado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis o Libro de la Revelación. Después de su destierro, volvió a Efeso donde, según la tradición, escribió el cuarto Evangelio y las 3 cartas prestando a la iglesia infatigables cuidados hasta llegar a una edad muy avanzada. Cuando tenía 100 años de edad, falleció de muerte natural en Efeso.

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