Los ángeles pueden compararse con la gran poesía. Elevan el alma más allá de la prisión de sus limitaciones. Hacen que el corazón vuelva a reflexionar sobre su vastedad y libertad. Encandilan el espíritu con al menos una chispa del éxtasis del Cielo. Cuando un ángel nos recuerda, aunque sea por un instante, nuestro viaje de regreso al hogar, a nuestro lugar de origen, a nuestro ser más ligero, ha obrado un milagro en nuestro interior. Y eso es más que la mejor poesía que el alma haya conocido. Si deseamos conocer a los ángeles tal como verdaderamente son, tal vez seamos nosotros los que primero debemos aprender a volar. Un ángel es un ser íntegro. Un ángel no es una cosa; un ángel es alguien ...como nosotros. Los ángeles navegan por nuestras vidas como naves de luz que nos visitan a través de los portales de nuestro corazón. Los ángeles revelan la presencia de la bondad en todas las cosas. Los ángeles nos hacen sentir que este mundo nos da la bienvenida. Los ángeles nos orientan y pueden sacar a la luz la bondad que ya está en nosotros. Están aquí para mostrarnos nuestras posibilidades. Están aquí para hacernos saber que no hemos sido olvidados. Están aquí para extendernos una mano si los necesitamos o no. Están aquí para volver a familiarizarnos con todas las cosas maravillosas de la vida. Están aquí como un don. (Karen Goldman).
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