Según la leyenda, una comitiva nupcial iba por la costa de Galicia y vieron el barco con el cuerpo del apóstol en peligro de naufragio. El novio, sin bajar de su cabalgadura, se lanzó al mar para salvarlo y una ola lo hundió. Milagrosamente, él y su caballo reaparecieron cubiertos de vieiras. Estas, por lo tanto, se volvieron el símbolo del peregrino y se las suele llevar como prueba de haber hecho el viaje.
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