Es una iglesia papal y sepulcral que cobija tanto la memoria de la vida del santo como su misión.
En las colinas de Umbría, al norte de Roma, se encuentra una ciudad medieval increíblemente bien conservada: Asís. Es conocida en el mundo entero por ser la cuna de San Francisco y hasta hoy sigue impregnada del recuerdo del hermano Francisco. Según la mayoría de las fuentes, San Francisco nació en 1182 y fue hijo de un próspero comerciante de telas. La historia cuenta que cuando Asís le declaró la guerra a Perugia, una ciudad vecina, él se unió al ejército y participó en un combate en el Puente de San Juan. Pero la milicia de Perugia estaba tan entrenada en el arte de la guerra y, al obtener la victoria, tomaron prisioneros a los combatientes más fuertes; entre ellos, a Francisco.
Dicen que durante el año que estuvo prisionero, mientras sus compañeros se deprimían, él cantaba y reía; que ahí empezó su conversión mística y que luego experimentó visiones de Cristo y María. Su fe se reafirmaría cuando el cristo crucificado de San Damián le dijera: "Francisco, vete y repara mi casa que está en ruinas". Literalmente despojado de riquezas, él fundó la orden de los Hermanos Menores o Franciscanos, un nuevo tipo de vida cristiana para difundir las enseñanzas de Cristo, inspirado en el servicio y la pobreza absoluta.
Francisco de Asís fue un polémico reformador para la iglesia y la sociedad de su tiempo, pero también el primer cristiano conocido en recibir los estigmas de Cristo. Según las creencias, las heridas aparecieron en sus manos, pies y costado de forma espontánea y se correspondían con los tormentos de Cristo en la cruz.
Ante el dolor y el sufrimiento causados por estas lesiones, él se sumió en la serenidad. Y mantuvo su situación en secreto durante muchos años.
Cuando murió en 1226, su vicario Fray Elías, junto con las autoridades de Asís, buscaron un lugar adecuado para la sepultura definitiva. En 1227, el cardenal Ugolino, protector de la Orden Franciscana durante 10 años, íntimo amigo del santo, fue elegido papa con el nombre de Gregorio IX. Se dice que ya pensaba en la canonización. El mismo año, Fray Elías recibió en nombre de la Iglesia un terreno en la "Colina del Infierno", la que más tarde sería rebautizada por Gregorio IX como "Colina del Paraíso". Allí se construyó a la iglesia y una residencia papal, anexo del Sacro Convento de San Francisco, en cuyo semi sótano se encuentra el "Convento de Fray Elías", donde viven los frailes.
Una biografía interesante, motivadora, y no solo por el aspecto religioso como tal, si no también por la procura por ser mejor "ser humano".!
ResponderBorrarUn Besito Marino