Los ángeles aparecen cuando menos se les espera. Y son igualmente imprevisibles en cuanto a lo que dicen y lo que hacen. Durante miles de años, gran parte de su trabajo parece haberse consagrado a mantener un equilibrio espiritual en el mundo de los humanos y, en general, a evitar los peores excesos de los que somos capaces. En la primera parte de la Edad Media las comunidades cristiana y judía continuaron acumulando un intenso interés por los ángeles. Ciudades e imperios se alzaban y caían. Tal vez era el caos circundante lo que inducía a la gente a tratar de hallar el sentido a la organización del Cielo. En los textos medievales se asignaban ángeles a determinados sitios, a los días de la semana y hasta a las horas del día. Se entablaban acalorados debates sobre el número de ángeles, sus rangos, sus funciones, quienes eran sus gobernantes y a pregunta más crucial de la época: ¿cuántos podían bailar en la punta de una aguja? (Extraído de "Descubre a tus ángeles - Daniel-Wyllie y Ramer).
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