- Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible,.honda y rítmica, llenando bien los pulmones. Beber diariamente, en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que tuvieras alguna causa grave sometido a un tratamiento.
- Desterrar de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.
- Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.
- Hay que olvidar cualquier ofensa; es más, esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior. Mientras tanto debes destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse.
- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En ese estado de recogimiento y silencio, suelen aparecer luminosas ideas. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiará en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.
- Debes guardar absoluto silencio sobre todos tus asuntos personales. Abstenerte, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aún de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos, debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.
- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana. Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas sólo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. Al único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atrae las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente observan gran parte de las reglas que anteceden. Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos, huye tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad por lo nociva que es para ti. (Paracelso).
UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....
septiembre 06, 2008
Las 7 reglas de Paracelso
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uf! casi nada
ResponderBorrarY...sí claro. Yo también pensé lo mismo. Con el ritmo de la vida diaria se hace un poco díficil, pero no nos vendría mal "pisar el freno" y bajar las revoluciones. Besos Ali
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