Durante cientos de años se ha creído de forma errónea que la tecnología, una vez desarrollada plenamente, resolvería los males de la humanidad, que la ciencia indicaría el camino por el que salir del bosque, por el que alejarse de la enfermedad, la pobreza, el sufrimiento y el dolor. Hoy sabemos que, por sí solas, la tecnología y la ciencia son incapaces de resolver nuestros problemas. La tecnología puede utilizarse para fines buenos y malos. Sólo cuando se emplea con iluminación, sabiduría y equilibrio puede ayudarnos de verdad. Tenemos que encontrar el equilibrio adecuado. El amor es la piedra sobre la que se basa ese equilibrio. Cuando tenemos experiencias espirituales intensas, casi siempre se evoca la energía del amor. Esa forma de amor es incondicional, absoluta e ilimitada. Es como un impulso de energía pura, una energía que también tiene atributos de gran fuerza como la sabiduría, la compasión, la eternidad y la conciencia sublime. El amor es la energía más básica y dominante que existe. Es la esencia de nuestro ser y de nuestro universo. El amor es el componente fundamental de la naturaleza que conecta y une todas las cosas, a todas las personas. El amor es más que un objetivo, más que un combustible, más que un ideal. El amor es nuestra naturaleza, nuestra esencia. El amor todo lo cura. En un futuro cercano algunos atributos de su energía se estudiarán científicamente, se cuantificarán, se medirán y se comprenderán. Otros seguirán siendo misteriosos, ilimitados e incalculables. Por fortuna, cuando la energía del amor se siente con profundidad, sus efectos curativos se experimentan siempre, con independencia de si se mide o se comprende. Los físicos saben que todo es energía. Las bombas nucleares se construyen según técnicas de transformación y liberación de energía. La medicina naturista y la tradicional funcionan debido a transformaciones de energías provocadas a nivel celular. Los resultados varían mucho, pero los mecanismos subyacentes son los mismos: transformaciones de energía. La energía del amor es, en potencia, más fuerte que cualquier bomba y más sutil que cualquier hierba. Lo que sucede es que aún no hemos aprendido a aprovechar esa energía tan básica y pura. Cuando lo consigamos, podrá darse una curación en todos los niveles, individuales y planetarias. (Brian Weiss)
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