UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

febrero 16, 2009

Orígen de la Astrología

Hace mucho tiempo el sistema adivinatorio más satisfactorio desde el punto de vista intelectual era la astrología, ya que proponía una visión holística del universo donde la Tierra ocupaba el lugar central. Una especie de maquinaria de relojería colosal hacía girar las estrellas y planetas en sus órbitas en torno al mundo de los humanos por rutas predestinadas e infalibles. Mediante una
intensa concentración mental, el astrólogo podría deducir a través de reglas matemáticas el orden del universo. Al parecer, la astrología propiamente dicha apareció a partir del 330 a.C. fecha en la que Alejandro Magno conquistó Macedonia, al producirse los primeros contactos de la cultura babilónica y la griega. En Alejandría, ciudad fundada por Alejandro Magno en la costa mediterránea de Egipto, se desarrolló un nuevo centro cultural en el que, siguiendo la división duodecimal ya establecida para los meses, unos sabios griegos dividieron la elíptica en doce secciones equidistantes, cada una de las cuales cubría 30º de los 360º que constituían la trayectoria solar. Cada sección se asociaba a la forma de las estrellas visibles en la correspondiente parcela del cielo nocturno. No olvidemos que según la astronomía de la época la Tierra estaba en el centro del universo, con el sol y las estrellas girando en sus órbitas en torno a ella y el telón de fondo de las estrellas fijas. Así fue como las 12 constelaciones acabaron conociéndose como los signos del zodiaco. Las 12 casas en las que se dividió la elíptica constituyeron la base de la astrología; el tablero de ajedrez en el que desarrollaba el juego del destino. Los planetas, por su parte, eran las piezas de ese juego, aunque no estaban fijas. Al contrario, se creía que sus movimientos eran muy influyentes. En el mundo antiguo sólo se conocían cinco planetas, y en los primeros tiempos a cada uno se le asignaron determinadas características. Así Marte, se asociaba con la agresividad; Venus, con el amor y la belleza; Júpiter con el optimismo y la justicia; Saturno, con la cautela y el sentido práctico y Mercurio con la rapidez y los mensajes. De modo análogo, las constelaciones adquirieron misteriosamente sus propias personalidades. Leo, espléndido y autoritario; Géminis, rápido y polifacético y así sucesivamente. La combinación de planetas y constelaciones, complicada y refinada a través de divisiones y subdivisiones sofisticadas y aparentemente interminables, dio lugar a la astrología. En aquellos tiempos era casi la ciencia perfecta, pues vinculaba todos los aspectos de la vida en la Tierra con el funcionamiento del resto del universo, que operaba a modo de un gran maquinaria. En su forma extrema, la astrología era completamente determinista. El vidente que, mediante un detallado escrutinio de sus cartas, fuera capaz de calcular todos los movimientos de los cuerpos celestes, podía, al menos en teoría, acceder tanto al pasado como al futuro. En la práctica, la mayor parte de los astrólogos hacían afirmaciones menos radicales: mantenían que los planetas ejercían una influencia sobre la vida de las personas, aunque concediendo a cada individuo el libre albedrío, de modo que éste pudiera obrar a favor o en contra de la tendencia de los astros. La nueva ciencia se extendió con rapidez hacia el este. Hacia el siglo II a.C. ya se había introducido en la India y desde allí los misioneros budistas siguieron su divulgación hasta llegar a China donde se desarrolló una tradición paralela pero diferente y al sureste asiático. La astrología quedó firmemente arraigada en Irán y posteriormente en los países islámicos y en las zonas bizantinas del este de Europa y del Oriente Próximo. Curiosamente, en los siglos posteriores al colapso del Imperio romano prácticamente la única zona en la que se perdió del todo la tradición astronómica fue en Europa occidental. Ello sucedió paralelamente a la desaparición del griego, ya que la mayoría de los textos astrológicos importantes estaban escritos en esa lengua. Habría que esperar hasta los albores del Renacimiento, en los siglos XII y XIII para que se produjera un redescubrimiento de la astrología, principalmente gracias a ciertas traducciones de tratados árabes realizadas en la España mozárabe. Desde entonces, en todos los países europeos se pusieron de moda los astrólogos. Éstos eran consultados por políticos y monarcas y su disciplina gozó de una prestigiosa posición en las universidades que florecían por todo el continente. La astrología parecía una ciencia válida desde el punto de vista intelectual y además destacada por su importancia vital. (Tony Allan).

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