
Sigue la práctica de una antigua plegaria judía, en cuanto que invoca primero al arcángel Miguel, a su derecha. Como es el ángel del amor, solicita su ayuda para ser "verdaderamente capaz de ser querida y de querer".
Entonces, a su izquierda, invoca al arcángel Gabriel, que nos ayuda a superar el temor. Enfrente invoca al arcángel Uriel, el de la mente clara y tras ella invoca al arcángel Rafael, el que sana.
Invocar a los ángeles, afirma, es simplemente reconocer su presencia. Tras la invocación a los ángeles, imagina la luz divina que llega de arriba, hasta su corazón y fluye por su cuerpo. Esa luz, señala, recibe el nombre de shekina,(lo femenino divino de la creación) y en la mística judía constituye parte de lo divino que vive dentro de cada uno de nosotros. Concluye pidiendo unidad y protección. (Linda Georgian).
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