En esencia, consiste simplemente en conversar con Dios, comulgar con Él y escuchar Sus respuestas. Y más que nunca en el mundo y en nuestra vida, necesitamos la oración. Importan las plegaria de gente de todos los credos; todas cuentan en el cielo, en especial los niños. Un número creciente de estudios revela lo que la gente ha conocido de forma intuitiva durante miles de años: que la oración funciona de verdad... Prácticamente no importa a quienes reces, el simple acto de expresar un deseo a un poder superior conlleva resultados. Existen infinitos tipos de manifestaciones de oración: la oración humilde es una conversación con el Padre explicándole el estado y circunstancias de tu vida y dónde te encuentras. Puede ser a modo de relato verbal sobre tu preocupación por las injusticias de la vida en la Tierra. Puede ser una súplica de intercesión o por las necesidades de muchas personas a cuyo favor imploramos gracia y misericordia. Rezar equivale a decirle a Dios lo que está sucediendo. Es informarle a los ángeles de las cosas que hace falta resolver tanto en el ámbito personal como planetario. Orar es hacer una promesa de amor a Dios. Es entonar una canción de amor a Dios. Rezar es esforzarse por ser íntegro. Es la obra del amor. (Elizabeth Clare Prophet).
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