Tanto en la cultura judaica como en la cristiana, se decía que Dios ha situado "al este del Edén a los Querubines y a la Espada Invencible para custodiar el camino hacia el Árbol de la Vida". Aunque en este famoso ellos son los primeros ángeles que se encuentran en la Biblia, en realidad los Querubines son los últimos en llegar a la jerarquía celestial. No obstante haber logrado su propósito de asegurarse el segundo lugar en torno al Trono del Todopoderoso, por esa época Dionisio redactó su obra fundamental. La palabra hebrea era Kerub, traducida por algunos eruditos como "el que intercede" y por otros como "conocimiento". En la forma hebrea original tienen cuatro alas y cuatro caras, siendo representados con frecuencia como los Portadores del Trono de Dios y como sus aurigas. En el salmo 18, Dios es conducido por un Querubín, aunque el carruaje parece haber sido un ángel del orden contiguo inferior, denominado Trono u Ofanin. Nosotros somos afortunados al tener uno de los relatos más espectaculares de un Querubín a partir de un encuentro con uno de ellos en el río Chebar. El profeta hebreo Ezequiel observó muy de cerca a cuatro Querubines, todos ellos con cuatro alas y cuatro caras. En las Revelaciones, Juan de Patmos insiste en que los Querubines tenían seis alas y muchos ojos, pero en el ardor y conmoción del Apocalipsis puede ser perdonado de su arrebato al identificar un Serafín por error. A fin de reivindicar el antiguo papel del Querubín como espíritu guardián, pueden mencionarse las dos esculturas doradas que protegen el Arca de la Alianza. Como ya se vio cuando los Serafines entonaban el Trisagio, las vibraciones producidas por ese "Santo, Santo, Santo" dieron origen al Fuego del Amor. En contraste la vibración sutil que emana de los Querubines es la del Conocimiento y la Sabiduría. Como tales seres magníficos e imponentes quedaron reducidos al tamaño de los pequeños y gordinflones niños alados que revolotean hermosamente en los ángulos de los cielorrasos barrocos sigue siendo unos de los misterios de la existencia. (Malcom Godwin).
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