UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

abril 21, 2008

La respuesta del Ángel (1)

Introducción: "Hasta el día que comenzó esta enseñanza, mis amigos y yo estábamos inmersos en una vida muy corriente. Tenía 16 años, en 1923, cuando encontré a Hanna en la Escuela de Bellas Artes de Budapest. Fuimos compañeras de mesa. Hanna me manifestó una amistad tan abierta que me pareció excesiva. Yo pertenecía a una familia de militares y el mejor signo de afecto era considerado como una debilidad. Hanna, por el contrario, procedía de una familia judía; su padre era director de una escuela de párvulos. Vivía en un ambiente mucho más distendido y no se avergonzaba de expresar sus sentimientos. Durante los años de carrera nos hicimos muy amigas; después dejamos de vernos. Hanna prosiguió sus estudios en Munich y yo me dediqué de lleno al deporte. A lo largo de 5 años conseguí emborracharme con esa fama tan particular que envuelve a los deportistas que triunfan. Fuí campeona nacional de natación. Conocí entonces a Lili, profesora de gimnasia y de expresión corporal. Lili era dulce y bondadosa. Sus alumnos la querían y encontraban en sus clases algo más profundo que una simple relajación. Hanna, durante este tiempo, se había casado con József. Se conocían desde niños. Él era callado y tranquilo, a veces triste y a pesar se su apariencia frágil, ejercía una influencia de autoridad y serenidad en su entorno. Sólo con su presencia, conseguía calmar o detener discusiones agresivas. Tal era la fuerza de su silencio. También era judío. Su profesión era decorador, diseñador y constructor de muebles artesanales. Harta de mis éxitos deportivos, decidí ponerme en contacto nuevamente con Hanna. Ella y József vivían en un lujoso apartamento sobre le Danubio. Hanna, con infinita paciencia, me ayudó a emprender el camino del arte. me encontraba desentrenada, vacía. Sin su ayuda jamás habría logrado volver a sentir el gozo de la creatividad. Los tres conseguimos montar un estudio de diseño y decoración, que muy pronto se hizo famoso. En los años 1934 y 1935, el antisemitismo comenzó a extenderse por Hungría. Gracias a mi fama de campeona y al hecho de que mi padre era un oficial de alto rango en el ejército húngaro, iba consiguiendo importantes encargos del Estado (instalaciones turísticas, exposiciones en Hungría y en el extranjero). Me las arreglaba para silenciar que mis compañeros de trabajo eran judíos. Hanna era el alma de nuestro trabajo. Estaba dotada de un don de concentración muy especial. Su espíritu alerta y crítico valoraba en un instante lo esencial de una situación o de un proyecto. Su lógica era segura y su sentido común lleno de humor. Con el paso de los años, nuestro estudio se puso de moda y no dábamos abasto. Y sin embargo teníamos los 3 la sensación de que nuestra vida reposaba sobre un abismo. Día a día crecía la ceguera colectiva y el oleaje de mentiras se iba extendiendo por doquier. En nosotros aumentaba la sed de búsqueda y de silencio. Todo esto condujo a József y Hanna a alquilar una casita en Budaliget, pueblo cercano a Budapest y allí nos instalamos los tres. Decidimos cambiar de vida y aceptar solamente el trabajo indispensable para vivir. Lili seguía con sus clases en Budapest y se unía a nosotros los fines de semana. Estas condiciones de vida en el campo se mostraron muy propicias para una mayor exigencia interior. Vivíamos en un estado de constante pregunta. Yo me encontraba vacía, sin rumbo, esperaba algo, no sabía qué. Pasaba largos ratos en el bosque donde intentaba encontrar la calma. Mientras comíamos, me sorprendía a mi misma mirando por la ventana, como si estuviera aguardando la llegada de alguien. Todos los días, después de la cena, manteníamos conversaciones apasionadas. Hanna siempre nos aportaba luz con su intuición. Pero aún así, nos encontrábamos en un callejón sin salida. La victoria del mal en el mundo, nos causaba una profunda herida y a pesar de todo, estábamos convencidos de que la verdad se hallaba presente en alguna parte. ¿Pero dónde?. Ninguno de nosotros practicaba su religión. Intuíamos, sin embargo, que nosotros mismos obstaculizábamos el acceso a la verdad que presentíamos en nuestro interior. En esta actitud, decidimos una noche, escribir cada uno el balance de nuestro estado interior y luego ponerlo en común y comentarlo. Unos días más tarde, a la hora del café, yo estaba leyendo lo que había escrito. Hanna encontraba que no era más que un amasijo de cosas viejas, repetidas y sabidas. Yo sentía como me iba crispando ante el fracaso y comencé a hacer preguntas que podía contestarme perfectamente yo sola. Lo sabía, pero en el fondo, resultaba más cómodo que fuera Hanna quien me sirviera la respuesta. En este preciso momento comienzan las notas tomadas durante los diálogos que tuvieron lugar los viernes, a las 3 de la tarde, durante casi 18 meses. (Gitta Mallasz).

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