Los arcanos del Tarot sugieren un significado que nos orienta y nos ayuda a modificar hábitos. Por ello nuestra vida se refleja en las imágenes como en un espejo y los arcanos nos conducen, mediante sus símbolos y arquetipos, hacia la auto comprensión de nuestro entorno y nuestra situación. Los arcanos sugieren e inspiran un significado que nos orienta y nos permite hallar consejos para el bienestar y progreso personal. También nos traen advertencias acerca de aquello que nos causa dolor y retrasos y cómo superarlos. Eses es el verdadero fin del Tarot: el autoconocimiento para vivir mejor y superarnos. El primer paso para lograr una transformación radical es la auto-observación íntima y sincera. Los actos de conocer y observar son diferentes. Muchos confunden la observación de sí, con el conocerse. Conocer es un acto intelectual, el conocerse es un acto reflexivo y objetivo. Se conoce que estamos sentados en una silla, pero esto no significa que estemos observando la silla. Podemos conocer y reconocer que en un momento dado nos encontramos en un estado negativo, preocupados, tristes o inciertos, detenidos o dubitativos, pero eso no significa que lo estemos observando. ¿Cuántas veces nos sentimos disgustados o irritables, sin un motivo aparente? (A decir por Un curso de milagros, "no estamos disgustados por la razón que creemos"). Advertimos una multitud de pensamientos que se acumulan en nuestra mente, de voces internas que hablan, o gritan, desordenadamente, sin estar muy conscientes de lo que están diciendo. Obviamente en tal estado damos un mal trato a las personas con quienes nos relacionamos y esto genera malestar en el otro, con lo cual se inicia un círculo vicioso de desagrado, enemistad, ira.
La atención dirigida hacia lo que está sucediendo en nuestro interior es un acto positivo, activo, necesario para identificar las causas del malestar inicial y de la falta de armonía generada. Así, pues, la observación, como atención dirigida de manera intencional hacia dentro de sí mismo es una actitud activa necesaria para iniciar los cambios autotransformadores. La atención dinámica proviene realmente del lado observante, mientras los condicionamientos y las emociones pertenecen al lado observado. Por otra parte, pensar y observar resultan también muy diferentes. Cualquiera puede pensar sobre sí mismo cuanto quiera, pero esto no significa que se esté observando realmente. Para ello, necesitamos ver a los distintos "Yo" en acción, descubrirlos en la psiquis, comprender que dentro de cada uno de esos "Yo" existe una parte de nuestra propia experiencia y de nuestra propia conciencia. En cada uno de nosotros coexisten un "Yo" amoroso, otro intelectual, otro juguetón, otro iracundo, otro temeroso, que se expresan en diferentes momentos, ante diferentes circunstancias y con diferentes personas. Observarnos nos permite saber qué está diciendo cada uno, qué es lo que quiere, por qué nos inquieta con su gula, con su ira, con su impaciencia y cuánta satisfacción nos da con su responsabilidad, habilidad, simpatía. Así veremos dentro de cada "Yo", todo ese caudal de pensamientos, emociones, deseos, pasiones, verdades y mentiras, discursos, aciertos, excusas, trampas, etc. Estas facetas de nuestra psiquis se manifiestan en toda su magnitud durante el sueño y a veces no nos reconocemos. Y al igual que estas imágenes oníricas, el Tarot nos muestra aspectos de nuestra personalidad y de nuestra vida que no identificamos de manera consciente. Y es que, tanto los sueños como el Tarot, con su lenguaje simbólico, nos revelan lo que debemos reconocer y quizás resolver. Cuando nuestra actitud es de crecimiento y aprendizaje alcanzamos altos niveles de consciencia, nos adaptamos constantemente a las nuevas circunstancias, personas y realidades. No emitimos juicios a priori ni pensamos que el mundo es hostil. Vivimos con apertura y alegría. Nada se "derrumba" sólo por no cumplir nuestras expectativas, pues vemos oportunidades en las nuevas circunstancias. Finalmente, asumimos que somos cocreadores de nuestro destino y que sólo nosotros decidimos lo que queremos cosechar y por ende, qué sembrar. En nosotros mismos está la potencialidad para desarrollarnos y autorrealizarnos espiritual y humanamente. De nosotros y no de una fuerza exterior depende el camino que sigamos. (De http://www.enbuenasmanos.com/).
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