Catedral de Albi (Francia)

Contrasta con las catedrales del alto gótico contemporáneas del norte de Francia. En el exterior se parece más a una fortaleza que a una iglesia: las pendientes de la base orientadas hacia afuera, como si sirvieran para repeler ataques; sus ventanas en fuerte contraste con las vidrieras en las catedrales del norte de Francia, parecen meras rendijas; en vez de arbotantes, tiene contrafuertes semicirculares que sobresalen de los muros de ladrillos rosa. De hecho, el aspecto de fortaleza del edificio refleja algo más que una simple variedad regional y era totalmente deliberado: una afirmación inequívoca del control de la Iglesia, respaldada por el poder real, que se extendía por primera vez en el Languedoc.
El gran interior, contrasta con la simplicidad externa. Consta de una sola nave de 18 metros de ancho, la más grande de Francia. A lo largo de ambos muros hay una serie de pequeñas capillas excavadas, veintidós, formadas por contrafuertes internos que se proyectan hacia dentro. La decoración interior, incluida una mampara ornamentada que separa el coro de la nave, data de los siglos XIV y XV y se compone de lujosos frescos, murales y estatuas. La catedral posee también uno de los órganos más impresionantes de Francia. (Jonathan Glancey)