UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

agosto 15, 2009

Las montañas

Las montañas, las colinas, las rocas sagradas son indisociables del simbolismo de la arquitectura religiosa: la roca puede representar la montaña y en ella se percibe siempre el recuerdo de una idea del "eje del mundo". Para los griegos, la morada de los dioses se encontraba en la cima de una montaña, el Olimpo. Las Musas habitaban también sobre una montaña, el Parnaso. En Creta, el monte Ida estaba dedicado a Zeus, nacido supuestamente en él. Los antiguos egipcios, consideraban el cielo como sólido y colocaban en él una montaña de luz brillante, de la que descendían las luces hasta la tierra. Para los indios, el monte Meru es el centro y el eje alrededor del cual gira todo el sistema cósmico. La montaña, por tanto, está considerarla la morada de la divinidad en sí. En el fondo, los alpinistas actuales no hacen más que seguir antiguos recorridos sagrados, que conducen hasta un punto de encuentro con la divinidad. Los judíos realizaban los sacrificios sobre la cumbre de las montañas, como quería hacerlo Abraham al ofrecer a su único hijo. Moisés, recibió sobre el monte Sinaí las Tablas de la ley y mandó erigir al pie de la montaña sagrada un santuario para albergar las doce piedras que representaban las doce tribus de Israel, así como un altar para los sacrificios. Está escrito en un Salmo: "He vuelto la mirada hacia las montañas, de las que me llegará el auxilio". La montaña es, por tanto, una morada de la divinidad. Las iniciaciones tienen lugar en las cumbres de las montañas, pero a veces sobre una roca o piedra, que simbolizan los lugares elevados. Este es el caso del betilo, piedra o monolito que Jacob, el patriarca que "luchó con Dios" y recibió una señal, erigió tras haber dormido sobre ella como sobre una almohada, al ver en su sueño una escalera que iba de la tierra al cielo. Al despertar exclamó: "Esta es la casa del Señor". Por último, no debemos olvidar que Mahoma emprendió su viaje nocturno hacia el cielo a partir de la roca de Jerusalén, el lugar en el que Salomón había edificado su templo. (El Secreto de las Catedrales).

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