Este mito habla de la historia de una hermosa mortal llamada Psique, hija tercera de un matrimonio, de una belleza extraordinaria y desdichada por no encontrar el amor verdadero que quisiera darle la felicidad que tanto anhelaba. Era adorada por su extrema belleza a tal punto que todos los fieles abandonaban los ritos que se le rendían a la diosa Afrodita.
Afrodita, hundida en la envidia y dominada por los celos hacia Psique, decide vengarse de ella a través de su hijo Eros asignándole la misión de flecharla con su arco haciendo que se enamorara del más bajo y vil de los hombres convirtiéndose en la mujer más infeliz del mundo. En paralelo, el padre de Psique, preocupado por el futuro de su hijo, decide consultar el oráculo de Apolo el cual le dice que su hija se casará con un demonio, el hombre más indeseable y temido del entorno, tan temido hasta por el propio Zeus. El padre se a y le cuenta a su hija y esposa el designio y Psique decide aceptarlo subiendo a la loma de un risco a la espera de su futuro, pero Eros pasa por allí y la rescata.
Pero hace algo más que rescatarla: la lleva a un palacio lleno de riquezas y sirvientes y le concede el derecho de vivir allí siendo su esposa, con dos condiciones: la primera es no mirarle nunca a la cara, la segunda es no preguntar. Eros aparece cada noche en el tálamo nupcial a cumplir con sus deberes. Es necesario señalar que estamos en este momento frente al amor carnal y que la imposición de Eros, de no ver, no preguntar, equivale a un desconocimiento, a una ignorancia; no ver es un equivalente a un No Saber. Y aquí se le plantea a Psique un dilema que se confronta con su opuesto: el deseo de saber. Una mujer desea ser protegida y dominada por su esposo, pero sólo mientras mantiene oculta la otra parte del deseo: proteger y dominar a su pareja. Pero Psique aún no sabe de la naturaleza dual del poder y esa es la parte que entrará en escena a partir de ese momento. Psique no podrá sino obedecer a su pulsión de saber y mirarle a la cara a su esposo inducida, sobre todo, por los consejos de sus hermanas que movidas por la envidia de la buena suerte de Psique la inducen a descorrer el velo de la sabiduría.
El castigo no se hace esperar y Eros desaparece del palacio y vuelve con su madre Afrodita que enfurecida disuelve el sortilegio volviendo a confronta a la desobediente Psique a un nuevo periplo trashumante. Entonces ella decide afrontar la suprema humillación para una mujer: encarar a su suegra y suplicarle el perdón. Afrodita es sin embargo una diosa intolerante cuando se ponen a prueba los dones del amor; es entonces cuando decide someter a su aspirante a nuera a las tareas difíciles y arriesgadas que deberá cumplir de forma ordenada.
Las pruebas que Afrodita impuso a Psique fueron estas:
1 - Primera tarea: Separar los granos.
Afrodita entonces, tomó granos y semillas de maíz, cebada, mijo, girasol, chícharo, lenteja y frijoles, las mezcló en un solo montón y dijo: "no concibo que una sirvienta tan hedionda como tú pueda atraer algún amante, por lo tanto demuestra tu capacidad. Clasifica las semillas, aparta los granos según su especie y fijate que la tarea esté finalizada para esta tarde". Psique, estupefacta ante semejante tarea se sentó en silencio, pero una tropa de hormigas le ayuda y de esta manera pudo cumplir con el mandato y mostrar a Afrodita. Toda mujer precisa rescatar la actividad de su hormiga interior, un recurso psicológico que le será de enorme valor (disciplina, organización) en su trasiego con el mundo, un aliado natural frente al desorden de su mente, de ese jardín sin podar que es el alma femenina donde es necesario aprender a discriminar lo verdadero de lo falso, lo importante de lo irrelevante. Son precisamente esas hormigas, aliados naturales que la ayudan frente a esa tarea inacabable que parece ser el ordenamiento de las semillas.
2 - Segunda tarea: robar el vellocino dorado de los carneros salvajes.
Apenas salió la aurora del cielo, Afrodita llamó a Psique y le dijo: "¿Ves ese grupo allá a lo lejos, en los bancos de ese brillante río, cuyas profundas aguas corren y desaparecen en las montañas? All´habitan unos carneros cuyos velones destellan como el brillo del oro y ningún hombre las cuida cuando crecen. Te ordeno tomar un mechón de esa preciosa lana, y tráemelo con prontitud".
Psique fue hasta allá, sintiéndose incapaz de cumplir con su tarea, pensó que lo mejor sería lanzarse al río desde el acantilado para no sufrir más. Pero un verde junco, que se hallaba a la orilla del río murmuró gentilmente a su oído, esta melodiosa profecía: no ensucies mis sagradas aguas arrojándote a ellas. No te acerques a esta hora a esos terribles carneros, pues ellos, con el bendito calor del sol, no sólo adquieren fuerza, sino que una violencia salvaje se apodera de tal manera de ellos que sus afilados cuernos y duras frentes se tornan como piedras. Algunas veces incluso, ventilan su furia con mordidas venenosas para destruir a los hombres. Espera hasta el atardecer, ya que el calor del sol haya desvanecido su intensidad y las bestias, con la suave brisa del viento, se preparen para dormir. Una vez que los carneros hayan abatido su locura y calmado su rabia, acércate, sacude las hojas de los árboles y de manera indirecta, toma la lana dorada que encontrarás colgando en las ramas por aquí y por allá."
La flexibilidad y astucia de los juncos y el sentido de la proporción o de la medida: efectivamente enfrentar al carnero cara a cara y a destiempo hubiera sido una mala solución para una mujer, pero Psique vuelve a salir airosa gracias al concurso de otra fuerza vegetal primordial, los juncos que bordean el río.
3 - Tercera tarea: Sacar agua del río Styx.
Afrodita levantando la ceja y con una amarga sonrisa en sus labios, dijo: "Yo estoy muy consciente de quién es el autor secreto del éxito de tus pruebas, pero ahora te impondré a una tarea tan difícil, que rebelará si tienes un corazón valiente y eres prudente, más allá de la prudencia de la mujer: "¿Ves el pico de aquella alta montaña que corona el pronunciado acantilado, de allí brotan oscuras olas que surgen de la corriente de aguas negras. Ve, toma agua helada de la cresta del manantial, de las olas más distantes y tráela en esta pequeña vasija de cristal, a la brevedad". Llenar una vasija con agua que sólo aparece en las alturas y desaparece en las profundidades imposibilita contener sus aguas. Lo hará con ayuda de un águila, otro de los símbolos con que Zeus aparece en el imaginario y que representa la solidaridad masculina. Los misterios de la vida, las proezas y las tareas difíciles no pueden hacerse a solas. Psique necesitó de la ayuda de un águila para lograrlo.
4 - Cuarta tarea: ir al Inframundo y pedir a Perséfone una cajita con un ungüento de belleza.
"En verdad creo que eres una poderosa hechicera pues con gran ahínco has obedecido mis difíciles órdenes, pero querida mía aún debes hacer este último servicio. Toma esta cajita y desciende directamente al inframundo, presenta esta cajita a Perséfone y dile: Afrodita te suplica que le envíes una pequeña porción de tu belleza, ya que esta se desvaneció al ver a mi hijo enfermo. Asegúrate de volver con toda prisa, pues debo aplicármela antes de asistir al teatro en el Olimpo....
Psique intuye la descomunal dificultad y parte persuadida de que no ha de volver. Al encontrar en el camino una vieja torre, decide arrojarse desde allí. Más la torre tenía el don de la palabra y le indica a Psique sobre la manera de descender al Hades.
"No puedes ir a través de las tinieblas con las manos vacías; debes llevar en tus manos dos tortas de cebada y en tu boca debes llevar dos monedas. Después de haber recorrido un buen trecho de tu viaje mortal, encontrarás un burro cargado de madera, el arriero te pedirá que le ayudes a recoger unos leños que se le han caído....No pronuncies ni una palabra, sigue tu camino en silencio. Más adelante, verás el río de los muertos donde Caronte, el barquero, te pedirá la cuota para transportarte en su desagradable barca, a la lejana orilla. La avaricia vive también entre los muertos y, ni Caronte ni el gran Dios, que es el rey del inframundo, hacen nada sin recibir algo a cambio. Por lo que el hombre sencillo, al morir, debe disponer de dinero para su viaje, pues si no dispone de una moneda de bronce, nadie le ayudará en el último respiro. Recuerda.... él debe tomar la moneda de tu boca con sus manos. Un hombre flotando en la superficie del río te rogará que lo subas a la barca, no demuestres piedad. Cuando hayas llegado lejos, te toparás con viejas hilanderas que estarán tejiendo los hilos del destino, te rogarán que les ayudes con tus manos, pero no toques el tejido. Todas las artimañas de los elaborados planes de Afrodita, se volverán en contra tuya y tratarán que alguno de los pasteles caiga en tus manos.
Si pierdes más de uno, con él, perderás la luz del día. Un salvaje y enorme perro de tres cabezas (el Can Cerbero) que ladra estruendosamente a los muertos, cuida los salones oscuros de Perséfone. Calma su rabia con una de tus tortas. Perséfone te va a recibir con cortesía, te va a ofrecer asiento y te va a invitar a una animada fiesta. Siéntate en el suelo, pide pan corriente y cómelo, toma lo que te sea dado.
Al regresar, calma la ira del perro con la otra torta. Que el ambicioso barquero tome la otra moneda. Una vez que cruces el río, regresa por el mismo camino hasta que alcances a ver las estrellas en el cielo. Sobre todo, ten cuidado de no abrir la cajita, el tesoro de la divina belleza, resguardada en su interior, te está prohibido mirarlo".
Psique cumplió con cada paso indicado por la torre. Hasta llegar al trono de los Dioses del inframundo, Hades, sentado a la derecha de Perséfone, su reina de la primavera, interrogó a la joven que para su sorpresa había atravesado aún con vida la puerta de su reino. Psique relató su odisea y Perséfone conmovida le entrega el cofre.
Psique regresa y entrega el último pedazo de torta de cebada al Can Cerbero y paga el viaje de retorno a Caronte. Pero de regreso, cuando iba llegando al palacio de Afrodita, la curiosidad se apoderó de ella y abrió el cofre de la belleza, pero dentro de él, no encontró más que un sueño mortal que, al apoderarse de ella, la dejó abatida en el camino.
Entretanto, Eros, quien había escapado del palacio por la ventana de su alcoba en busca de Psique, la encuentra yaciendo inconsciente al lado del camino. Se precipitó hacia ella y recogiendo con rapidez el sueño de su cuerpo, lo encerró de nuevo en el cofre. Luego despertó a Psique con un beso en los labios.
Antes que Afrodita pudiera darle alcance, se dirigieron al Monte Olimpo, donde Zeus los unió oficialmente.
Todos los habitantes del Olimpo, agasajaron a la pareja, todos, excepto Afrodita, quien estuvo enfurecida por un tiempo, hasta que se convirtió en la abuela de una hermosa niña llamada Dicha.
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