Carl G.Jung nos sugirió sabiamente que uno de los primeros pasos que se deben dar al iniciar un análisis es el enfrentamiento de la máscara y la sombra. El Tarot cumple la función de permitirnos analizar lo más profundo de nuestra personalidad. Los conceptos de "máscara" y "sombra" provienen de la teoría de la personalidad del psicoanalista suizo. Analicemos ambos conceptos.
La máscara
la sociedad nos exige ciertas actitudes y conductas para ser aceptados por ella. Jung explica cómo se moldea la imagen de cada individuo a través del concepto de persona, aquella faceta de la personalidad que representa nuestra imagen pública. La persona responde a las exigencias sociales, es la máscara que nos ponemos para salir al mundo. Comienza por ser un arquetipo y con el tiempo la vamos asumiendo como propia, hasta que llega a ser parte de nosotros mismos. La palabra "personaje" se asocia al papel que representa el actor en el escenario. Así en cada situación social el individuo desempeña "personajes" diferentes, usa diferentes máscaras: es amable y sonríe como "un buen niño", es soez con quien le grita, actúa con indiferencia con algunos y pasa por tonto con otros. Así, la máscara sirve para cubrir la vida íntima del individuo frente a los demás, y al mismo tiempo, le permite adaptarse al medio que más le conviene. Para ello hay que sacrificar muchos factores humanos individuales (instintos, formas de pensar y de sentir) a favor de esa imagen ideal que necesita reflejar el individuo. Pero en su pero manifestación, puede confundirse incluso con nosotros mismos, es decir, algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser o lo que los demás esperan que seamos, generando conflictos y contradicciones internas. Pero, ¿hasta qué punto seguimos el patrón social de manera sana y en qué medida esta máscara llega a ser una fuente de neurosis?
A veces con dolor y desgaste el hombre llega a alienarse de si mismo en beneficio de una personalidad artificial "adaptativa". Quienes en la vida social se presentan como "fuertes", "de hierro", son en el fondo y quizás lo demuestran en su vida privada, niños vulnerables, tímidos y algo melancólicos. Y otros que, como se dice, "parecen no romper un plato" llevan dentro de sí mucha ira, resentimiento y sed de venganza.
La sombra
Según Jung, la sombra es una zona oculta de nuestra personalidad, nuestro lado más oscuro. Se manifiesta en ideas y sentimientos que el mismo individuo considera censurables, irritantes, desagradables y destructivos, a partir de lo que socialmente aprende como "bueno" y "malo". Todos poseemos una sombra y, de una manera u otra, tratamos de inhibirla, negarla, rechazarla. Así podemos llegar a ignorar lo que nuestra sombra contiene. A veces necesitamos que ocurran ciertos eventos en nuestra vida que nos revelen esa zona oscura, inhibida de la personalidad. Es cuando escuchamos decir: "Yo no sabía que era capaz de odiar tanto", "No sé cómo pude haber hecho algo tan estúpido", "Perdí el control", etc. En algunos casos tenemos un cierto conocimiento de nuestra sombra, pero ignoramos sus alcances. En otros existe una total negación o proyectamos nuestra sombra en otros, asignando a otras personas ciertos rasgos que rechazamos en nosotros mismos. Confrontar nuestra sombra puede ser una revelación, un descubrirnos a nosotros mismos y es la única forma de iniciar un proceso transformador, de sanación. Conocerla debe suscitar una intención de cambio y corrección dirigida hacia modelos funcionales y armónicos de vida. ceder mansamente ante el poder de la sombra sobre nuestra personalidad, es entregarse, es no intentar superarnos. Frases como "Yo soy así, no puedo evitarlo" revelan la intención de no querer ser mejores personas. Si bien es cierto que la sombra es producto de nuestras experiencias (colectivas e individuales), no es todo cuanto podamos ser. no podemos negarla, pero tampoco rendirnos ante ella. Nuestro repertorio personal contiene arquetipos cargados de vitalidad, creatividad y alegría que nos impulsan a la realización y la felicidad. Pero también hay otros enfermizos, atormentados y destructivos asociados a nuestra sombra. Podemos incorporar distintos arquetipos simultáneos: con unas personas actuamos, por ejemplo, desde la víctima y con otras desde el guerrero o el victimario. Se puede cambiar de arquetipo con el tiempo: en una época de nuestras vidas podemos ser héroes y en otra, villanos.
El Tarot cumple una función altamente beneficiosa al permitirnos analizar lo más profundo de nuestra personalidad e identificar más fácilmente los arquetipos que están en juego en nuestras necesidades personales. Con él hacemos conscientes los arquetipos y símbolos que reflejan nuestra máscara y nuestra sombra y además, nos sugiere respuestas y orientaciones. Al reconocer los arquetipos que nos identifican podemos entender el por qué de nuestra conducta y de nuestras circunstancias. Mientras mayor sea la apertura a vernos reflejados en el Tarot, mayor será la conexión que hagamos con él y lo que él exprese estará más ajustado a nuestra vida, nuestras características personales y procesos.
Las mascaras para el teatro!
ResponderBorrarUn Besito Marino