Este templo egipcio tardío, dedicado al dios halcón Horus, es famoso por su buen estado de conservación: fue embalsamado por los siglos pasados bajo la arena del desierto, dejando visibles las puntas de los pilonos. Cuando se excavó, apareció con todo el esplendor de hacer dos mil años. Aunque carezca de la espectacularidad y las asombrosas cualidades artísticas de los templos de Karnak, por ejemplo, no debe menospreciarse: es como comparar una parroquia medieval con una catedral. (Jonathan Glancey)
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