Casi todas las culturas cultivaron mitos relacionados con la naturaleza cíclica de las estaciones, el desarrollo de la agricultura o el paso desde un modo de vida salvaje a otro más civilizado.
Los hijos del Sol fueron conducidos a Cuzco por los dioses Incas Mama y Manco; y la historia de Deméter y Perséfone, en el mito griego, es tanto una poderosa explicación de las estaciones y las fuerzas de la naturaleza como un mito cíclico de extrema complejidad.
Al parecer, tanto la mente antigua como la moderna han llegado a las mismas conclusiones sobre el origen del mundo. Ya se tratase de un huevo, de un hombre cósmico dividido en varias partes o de la teoría del Big Bang de los científicos actuales, el cosmos se puso en marcha de alguna manera. Los mitos sobre la creación ofrecen respuestas básicas a profundas preguntas fundamentales. Los dioses creadores crean a otros dioses, surgen los conflictos y éstos, a su vez, permiten el surgimiento de héroes y sus correspondientes aventuras.
Las historias de amor dramáticas y las búsquedas heroicas definen la naturaleza de la humanidad, tanto desde el punto de vista colectivo como individual.
Los dioses y divinidades, ya tengan forma humana o animal, son de naturaleza "antropomórfica" en todo el mundo; en otras palabras, actúan, piensan y hablan como seres humanos. Algunos dioses son comprensivos o se preocupan por el progreso de los mortales, como en Grecia, India, Egipto y Norteamérica.
Sin embargo, otros se muestran indiferentes ante el destino humano, como en la mitología de Babilonia y Sumeria.
(Sarah Bartlett)
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