La casa de Dios siempre es motivo para recibir sus mensajeros en nuestras vidas y alimentar nuestra mente, espíritu y alma con pensamientos llenos de entusiasmo, pues los motivos sobran; contando nuestras bendiciones, podremos entonces descubrir que posemos una fuente de entusiasmo inspirada en el amor divino.
La casa de Dios siempre es motivo para recibir sus mensajeros en nuestras vidas y alimentar nuestra mente, espíritu y alma con pensamientos llenos de entusiasmo, pues los motivos sobran; contando nuestras bendiciones, podremos entonces descubrir que posemos una fuente de entusiasmo inspirada en el amor divino.
ResponderBorrar