Encargado por el rey Manuel I (1495-1512), los trabajos en este monasterio de la orden de San Jerónimo (financiado con los impuestos reales recaudados del comercio de especias con África y Oriente) comenzaron en 1501. Se terminó un siglo después e implicó el trabajo de arquitectos, artistas y maestros albañiles. Su estilo es específicamente portugués: manuelino, un rico cruce entre el gótico tardío y el renacimiento primitivo. Aquí el estilo llama la atención. La fachada principal del monasterio de piedra tiene 300 m de largo y aunque es bastante simple, posee espléndidas puertas esculpidas y ventanas con corales, cordones y otros elementos naturales o fabricados por la mano del hombre, que los exploradores portugueses de la época encontraron en sus épicos viajes. Las habitaciones que hay dentro de esta gran pared blanca son monumentales: el largo refectorio, en concreto, es espléndido. Con la disolución de todas las órdenes religiosas en 1833, el monasterio se convirtió en escuela y fue nombrado Patrimonio de la Humanidad en 1984.
(Jonathan Glancey)
Los monasterios que publicas, seducen a la admiración, que cautiva al corazón y a el conocimiento, hoy me queda la añoranza en sueños y fantasías de recorrer tan majestuosos monasterios.
ResponderBorrarUn besito marino