Respirar y meditar para acercarnos a los ángeles
Los ejercicios de meditación son de gran utilidad antes de iniciar cualquier tipo de contacto con los ángeles, ya sea para consultarlos y pedirles aclaración en una decisión a tomar, como para cualquier otra acción a desarrollar.. La meditación profunda consigue alinear nuestras energías con las energías cósmicas o divinas, elevando nuestra vibración a un plano más sutil.
Los ángeles habitan un plano de la realidad que es invisible para nosotros. Viven en un mundo sutil. Los ángeles vibran en una frecuencia muy elevada, vale decir, muy rápida. En cambio nosotros vibramos en una frecuencia mucho más lenta. Nuestro mundo es más denso.
Cuando entramos en estado de meditación profunda, sentimos como si flotáramos. Esa sensación de liviandad es señal de que nos estamos aproximando al mundo invisible de los ángeles. A llegar a esa instancia, se construye un puente sutil, se abre un portal que permite el contacto entre el ángel y el ser humano, y de ese modo, ambos se aproximan más a Dios.
Queda así aclarado que para hacer contacto con el ángel es necesario salir de la frecuencia más densa que nos envuelve habitualmente y en la que funcionamos durante nuestras tareas cotidianas. Al salir de esa frecuencia más densa y elevarnos a través de la meditación, alcanzamos la vibración de los ángeles.. Además, es muy importante meditar para alinear las energías. Al meditar diariamente mantenemos nuestras energías en un equilibrio bastante estable. Esta constante ejercitación de la meditación irá elevando nuestro nivel vibratorio cada vez más, permitiendo mantenernos en un estado de alineación permanente, que a su vez, se irá sutilizando día a día. Sin embargo, si por alguna razón sentimos haber perdido este equilibrio interno y nos sentimos apartados de nuestra fuente equilibradora de energía, podemos retornar fácilmente, conectándonos de nuevo con el fluir del ritmo respiratorio.
Al conectarnos en forma consciente con nuestra respiración, estamos ayudándonos a equilibrar nuestras energías. Cerrar nuevamente los ojos y sentir el aire que entra y sale por nuestro cuerpo, nos reconecta con la Fuente de Energía Universal. No es necesario realizar ningún tipo de esfuerzo. Sólo estar atentos a la respiración, siguiendo su recorrido con la conciencia. Notaremos que la respiración se irá haciendo cada vez más suave, hasta volverse casi imperceptible, sin necesidad de hacer esfuerzo alguno.
La toma de conciencia de la propia respiración lleva, poco a poco, a un estado rítmico interno en el que los tiempos de inhalación y exhalación se van haciendo prácticamente iguales en intensidad y duración, produciendo un balance de todos los niveles en los que funcionamos: físico, emocional, mental y espiritual.
En un estado de equilibrio, y si nos mantenemos conectados con la Fuente, nuestra energía no se agota, sino que se recarga en forma continua. No es necesario hacer esfuerzos. Ellos no ayudan a estos fines. Al contrario, nos ponen tensos impidiendo la relajación, la cual es el primer paso previo e indispensable para entrar en estado de meditación. (Graciela Iriondo).
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