En general, los lugares dedicados al arcángel San Miguel guardan estrecha relación con los abismos, parecidos a una gran garganta dispuesta a devorar. Es probable que en la cultura cristiana, los abismos listos para tragarse al hombre hayan sido asimilados a las apariciones del diablo, y por tanto, confiados a la guardia de su gran adversario, el arcángel San Miguel, con su resplandeciente espada. (Catedrales).
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