UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

septiembre 02, 2007

El poder de nuestros rezos

Frente al rezo es fundamental adoptar una posición corporal que nos resulte cómoda y mentalmente o en voz alta, pedir a las Fuerzas Superiores la apertura de nuestro corazón. Cuan- do logremos sentir que nuestro corazón está lo suficientemen- te abierto como para dar y recibir, es conveniente que nos con- centremos en aquello a lo que se dirige concretamente nuestra oración, esto es, el propósito que tendrá nuestro rezo. Puede tratarse de un pedido, un agradecimiento, una invocación. De- bemos pensar claramente en nuestro propósito, sin que nada nos desvíe de él. Una vez pensado el propósito debe enunciarse en voz alta o mentalmente, con palabras claras, evitando la va- guedad y sin omitir detalle. No sólo debemos hablar, no olvide- mos que la oración es un diálogo con la divinidad. Por este moti- vo, después de haber enunciado nuestras palabras, será impor- tante hacer silencio, es decir, dejar la mente en blanco para que nuestro corazón pueda escuchar la respuesta proveniente del Ser Superior. A veces puede parecernos que la respuesta no llega, pero no siempre estamos preparados para escuchar lo que dice nuestro espíritu. La paciencia será nuestra arma. Siempre debemos cerrar nuestra oración con una frase de a- gradecimiento. Podemos agradecer por la vida, por el don de la palabra, por la comunicación espiritual. No debemos aban- donar nunca la práctica oratoria, por considerar que nuestros pedidos no se cumplen. Debemos pensar que el Supremo siem- pre desea lo mejor para nosotros y que la oración no es única- mente un camino para pedir, sino un puente que nos une a la espiritualidad, nos acerca a la Divinidad y nos da fuerzas para vivir. Siempre conviene tener una frase, una oración breve, tan sólo unas palabras que nos pertenezcan a fin de utilizarlas con total convencimiento cuando necesitemos energía o nos encon- tremos en una situación difícil. Para que nuestra oración sea a- tendida, para que gane poder, espreciso ante todo tener fe y es- peranza. Implica el pleno conocimiento de que se está haciendo lo correcto, la firme creencia de que alguien nos escucha y la te- naz afirmación de que "aquello que deba ser, será". La esperanza por su parte es fundamental para dar a nuestros ruegos la consis- tencia necesaria que haga de ellos un arma que apunte hacia el futuro. Esto significa que debemos confiar plenamente en noso- tros mismos, en la vida, y en la fuerza de aquel a quien dirigimos nuestra súplica y que jamás nos dejará desamparados. Solamen- te así la palabra oración podrá adquirir para nosotros su verda- dero peso espiritual. (Extraído de "Un ángel para cada día" -J.Victoria).

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