Platón interpreta el alma principalmente en dos sentidos: el alma como aquello que permite a los seres vivos realizar actividades vitales y, en el caso del alma humana, como el principio divino e inmortal que nos faculta para el conocimiento y la vida buena.
Al igual que todos los griegos, Platón, consideró que el alma es el principio que anima los cuerpos de los seres vivos, que les da vida y movimiento. Pero lo peculiar de su visión del alma como principio de racionalidad y dotada de carácter divino. Para él el alma es la parte más excelente del hombre; gracias a ella podemos alcanzar la ciencia y realizar buenas acciones; el alma nos vincula con el mundo divino y está dotada de un destino inmortal.
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