UN PASEO PARA CONOCER EL MUNDO DE ESTOS SERES MARAVILLOSOS .....

febrero 27, 2008

Meditación

Es conveniente realizarla en un sitio tranquilo de la casa dentro del horario de la mañana (mente libre y fresca), mediodía (vida espiritual ligada al sol) o tarde. Jamás meditar de noche (somos hijos de la Luz), ni en la oscuridad. Fijar un mismo horario todos los días. Se buscará una postura cómoda, con la columna vertebral y el cuello rectos y pies en el piso. Como lectura previa, se puede elegir un texto espiritual. En cuanto a la respiración, de ella depende que fluya correcta o incorrectamente la energía de Dios en nosotros. El control de la respiración más sencillo es simplemente observarla. Como primer paso para la relajación es reconocer una sola presencia y un solo poder: Dios. Entonces aquietamos nuestros pensamientos y emociones diciendo: "Aquiétate, Yo sé que Dios está en mí, Aquiétate, pues Yo sé que Dios está en mí, Aquiétate, pues Yo soy la divina presencia en acción. Suelto las tensiones de mente y cuerpo, siento la paz de Dios, descanso en su amorosa presencia". Piensa que entregas todo tu ser a Dios: espíritu, alma y cuerpo. Respira hondo, suelta y deja ir. Suelta la tensión en todas las partes del cuerpo, dirige toda tu atención a tus pies. Piensa cuan maravillosos son al sostener tu cuerpo. Relájalos. Deja ir toda sensación de encojimiento y tensión. Sigue relajando cada parte de tu cuerpo. El próximo paso es la abstracción de todo lo externo. Esto es desconectarse mentalmente de toda condición física, lugar, condición y cosas; emocionalmente de todo lo que pueda perturbar, preocupar u ocupar. No pensar en otra cosa sino en el objeto de la meditación. Este punto ya se une con el otro paso. Esto requiere práctica constante: la concentración. Consiste en concentrar la atención de la mente en un solo objeto y sostenerlo por varios minutos; al principio sólo se podrá lograr por corto tiempo, pero con la práctica se irá alargando solo y de manera natural. Imagina que en tu corazón hay un punto de Luz el cual crece y se expande cada vez más. Siéntelo así con toda intensidad. Concéntrate en el corazón y siente su latir, si es posible. El último paso de la meditación es la contemplación, en donde el meditante, la meditación y lo meditado se hacen Uno. Terminamos la meditación diciendo: "Yo soy un hijo de la Luz, yo amo la Luz, yo sirvo a la Luz, yo vivo en la Luz. Yo estoy protegido, iluminado, colmado, sostenido por la Luz...Yo bendigo a la Luz. Y recordar siempre: se llega a ser aquello que se medita. (Extraído de "Manual de prácticas metafísicas" de Jorge Hartkopf).

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